Necesitas ¿un crédito o un préstamo?

18 de junio de 2018
Vanessa Balcacer

Hablamos habitual e indistintamente de préstamos y créditos, y muchas veces la diferencia entre ellos no es más que el uso de uno u otro término para señalar que debemos dinero, normalmente al banco. Sin embargo, hay diferencias entre un crédito y un préstamo que debemos conocer.


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Las diferencias entre crédito y préstamo

Se acercan tiempos inciertos. Está subiendo el petróleo, el BCE está pensando en subir los tipos de interés. No sé, pero me da que los impuestos no van a bajar ni mucho menos, y la utilización de uno u otro tipo de financiación no solo es diferente en función de lo que trates de financiar, sino que también afecta diferentemente a cómo llegues a tu fin de mes.

Los préstamos

Es una relación contractual. Un contrato, vamos. El banco o la entidad financiera te da un dinero que es una cantidad fija, la que le hayas pedido, y se acuerda que le devuelves todo ese dinero más los intereses que te cobren por dejártelo en unos plazos determinados de tiempo. El pago lo acuerdas mensual, trimestral, anual. Normalmente mensual, pero podrías combinar cualquier otra fórmula para ello.

Lo habitual es que sean cuotas similares todos los meses durante el tiempo que hayas acordado y el tipo de interés es casi siempre fijo, con lo que siempre sabes lo que vas a pagar en cada una de las cuotas. Sus tipos de interés habituales en España rondan entre el 6% y el 9%.

 Los créditos

¿Te acuerdas cuándo tienes la cuenta en descubierto a fin de mes y llega el recibo de la luz? Vas a tu entidad y le pides al director que, por favor, te pase por la cuenta el recibo para que no te corten la luz o te impongan recargos.

Cuando el banco te pasa el recibo por la cuenta te la deja en descubierto,  y ese importe que te ha dejado en negativo o descubierto en la cuenta,  es el crédito. Y esos intereses que te cobran de descubierto es el cobro del crédito que te están concediendo.

Ya sé lo que me vas a decir: “ Y esa comisión de 30 euros de descubierto entonces,  ¿qué es?”. Esa es la comisión “de porque sí”. Reclámala, porque si eres un cliente vinculado a la entidad muchas veces te la podrán devolver ya que se trata de una comisión discutible pero que figura en ese clausulado de condiciones generales que has firmado cuando abriste la cuenta y que, por supuesto, ni te leíste ni pensabas hacerlo.

Lo habitual para particulares es que ese crédito se formalice a través de una cantidad de dinero que la entidad pone a tu disposición para utilizarla según la necesidad de cada momento, representada por una tarjeta de crédito en la que vas cargando tus compras.

La liquidación de los importes concedidos a crédito se pacta entre las partes, y normalmente suele ser a uno o tres meses sin cobrarte intereses, aunque el TAE siempre existe, o bien cobrándote intereses entre 6 y 12 meses.

Estas tarjetas de crédito te financian en España a una media del 20%, por lo que tienes que ser cuidadoso en su utilización porque estás pagando muy caro el dinero.

Pero también se da crédito a las pymes, y lo normal es  que sea una operación para financiar situaciones concretas y especificas de necesidades económicas típicas en las empresas para la compra de existencias, y los pagos a proveedores por eso se formaliza en la figura de la cuenta de crédito.

Las diferencias entre el crédito y el préstamo

 

La clave está en que vas a comprar, y en qué tiempo tienes previsto pagarlo.

A ver. Si se trata de bienes no perecederos, como una televisión, electrodomésticos, muebles, coches  o, en general, lo que llamamos activos, es preferible comprarlo a través de un préstamo ya que las condiciones de financiación son más beneficiosas. Los tiempos para el pago de los mismos son más amplios, hasta 8 años, y los tipos de interés, como ya te he dicho antes, rondan el 8%.

Si se trata de bienes perecederos, la compra de la gran superficie o compras de no mucho importe que veas que puedes resolverlo en el mes siguiente, o en un par de meses, entonces usa el crédito de tu tarjeta ya que los plazos para la liquidación de los importes son más cortos y, desde luego, es un dinero muchísimo más caro.

Lo mejor es que utilices lo menos posible el uno y el otro porque mucho me temo que vienen de nuevo tiempos de “templanza” en el gasto. El precio del dinero puede subir, y con ello los tipos de interés, y no es bueno tener mucha carga de pagos mensuales en tus cuentas porque ya sabes lo que siempre decimos: Lo que no son cuentas… son cuentos.

 FUENTE: diarioHoy

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