Hablamos habitual e indistintamente de préstamos y créditos, y muchas veces la diferencia entre ellos no es más que el uso de uno u otro término para señalar que debemos dinero, normalmente al banco. Sin embargo, hay diferencias entre un crédito y un préstamo que debemos conocer.
Las diferencias entre crédito y préstamo
Se acercan tiempos inciertos. Está subiendo el petróleo, el BCE está pensando en subir los tipos de interés. No sé, pero me da que los impuestos no van a bajar ni mucho menos, y la utilización de uno u otro tipo de financiación no solo es diferente en función de lo que trates de financiar, sino que también afecta diferentemente a cómo llegues a tu fin de mes.
Los préstamos
Es
una relación contractual. Un contrato, vamos. El banco o la
entidad financiera te da un dinero que es una cantidad fija, la
que le hayas pedido, y se acuerda que le devuelves todo ese dinero más los
intereses que te cobren por dejártelo en unos plazos determinados de tiempo. El
pago lo acuerdas mensual, trimestral, anual. Normalmente mensual, pero podrías
combinar cualquier otra fórmula para ello.
Lo
habitual es que sean cuotas similares todos los meses durante el tiempo que
hayas acordado y el tipo de interés es casi siempre fijo, con lo que siempre
sabes lo que vas a pagar en cada una de las cuotas. Sus tipos de interés
habituales en España rondan entre el 6% y el 9%.
Los créditos
¿Te
acuerdas cuándo tienes la
cuenta en descubierto a fin de mes y llega el recibo de la luz?
Vas a tu entidad y le pides al director que, por favor, te pase por la cuenta
el recibo para que no te corten la luz o te impongan recargos.
Cuando
el banco te pasa el recibo por la cuenta te la deja en
descubierto, y ese importe que te ha dejado en negativo o
descubierto en la cuenta, es el crédito. Y esos intereses que te cobran
de descubierto es el cobro del crédito que te están concediendo.
Ya
sé lo que me vas a decir: “ Y esa comisión de 30 euros de descubierto
entonces, ¿qué es?”. Esa es la comisión “de porque sí”. Reclámala, porque
si eres un cliente vinculado a la entidad muchas veces te la podrán devolver ya
que se trata de una comisión discutible pero que figura en ese clausulado de
condiciones generales que has firmado cuando
abriste la cuenta y que, por supuesto, ni te leíste ni pensabas
hacerlo.
Lo
habitual para particulares es que ese crédito se formalice a través de una
cantidad de dinero que la entidad pone a tu disposición para utilizarla según
la necesidad de cada momento, representada por una tarjeta de crédito en la que
vas cargando tus compras.
La
liquidación de los importes concedidos a crédito se pacta entre las partes, y
normalmente suele ser a uno o tres meses sin cobrarte intereses, aunque el TAE
siempre existe, o bien cobrándote intereses entre 6 y 12 meses.
Estas
tarjetas de crédito te financian en España a una media del 20%, por lo que
tienes que ser cuidadoso en su utilización porque estás pagando muy caro el
dinero.
Pero
también se da crédito a las pymes,
y lo normal es que sea una operación para financiar situaciones concretas
y especificas de necesidades económicas típicas en las empresas para la compra
de existencias, y los pagos a proveedores por eso se formaliza en la figura de
la cuenta de crédito.
La
clave está en que vas a comprar, y
en qué tiempo tienes previsto pagarlo.
A
ver. Si se trata de bienes no perecederos, como una televisión,
electrodomésticos, muebles, coches o, en general, lo que llamamos
activos, es preferible comprarlo a través de un préstamo ya que las condiciones
de financiación son más beneficiosas. Los tiempos para el pago de los mismos
son más amplios, hasta 8 años, y los tipos de interés, como ya te he dicho
antes, rondan el 8%.
Si
se trata de bienes perecederos, la compra de la gran superficie o compras de no
mucho importe que veas que puedes resolverlo en el mes siguiente, o en un par
de meses, entonces usa el crédito de
tu tarjeta ya que los plazos para la liquidación de los
importes son más cortos y, desde luego, es un dinero muchísimo más caro.
Lo
mejor es que utilices lo menos posible el uno y el otro porque mucho me temo
que vienen de nuevo tiempos de “templanza” en el gasto. El precio del dinero
puede subir, y con ello los tipos de interés, y no es bueno tener mucha carga
de pagos mensuales en tus cuentas porque ya sabes lo que siempre decimos: Lo
que no son cuentas… son cuentos.
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